Sobre Menorca....

Menorca es una isla conocida básicamente por sus playas de arena blanca y sus aguas azul turquesa. La verdad es que es una razón justificada para que la isla haya sido foco de atracción de muchos visitantes. Pero Menorca posee también la virtud de ofrecer muy variados paisajes en su pequeño territorio. Además de playas de arena blanca y aguas celestes, las hay de arena roja y las hay de rocas que parece que vengan de la luna, hay playas abiertas al mar, y otras pequeñas que se guardan con recelo formando hermosas calitas. La costa de Menorca cumple con todos los cánones de belleza que se le puede exigir a un litoral playero. Pero esta belleza no se debe únicamente a los componentes del cuadro, sino al entorno que lo alberga, y es que en Menorca son muchas las playas cuyo entorno se haya inalterado por la construcción. Es por esto que la sensación de belleza se ve incrementada por la evocación de lo salvaje, de lo virgen, de la naturaleza. No en vano Menorca fue declarada Reserva de la Biosfera en el año 1993, porque aquí, hombre y naturaleza han sabido entenderse y desarrollarse, uno y otro, en una especie de simbiosis.
En Menorca se siente muy de cerca el mundo rural, hay muchas carreteras estrechas, sus poblaciones son pequeñas y tranquilas y las vacas y caballos forman parte del paisaje. Los caminos hacia las playas más vírgenes aumentan la emoción de llegar al destino al discurrir por estrechas carreteras franqueadas por muros de piedra (la pared seca menorquina) donde a menudo uno puede detenerse a observar a lechones mamando, unas vacas sentadas tranquilamente, una yegua y su potro acercándose curiosamente solicitantes de pastos frescos, algún burrito discreto ó unos pequeños corderillos correteando.




El mundo rural menorquín se vive muy de cerca. En las pequeñas tiendas de los pueblos, siempre es fácil encontrar huevos frescos, leche recién ordeñada y productos de la huerta cosechados ese mismo día. Los “llocs” (granjas de Menorca) producen vegetales de la temporada, que aunque a veces piezas pequeñas, son siempre muy sabrosas.
Las piedras son también una parte importante de lo que es Menorca. Cuando se llega a la isla en avión se ven los caminos dibujados por la pared seca menorquina que delimita la mayor parte de las rutas rurales. Al recorrer la isla por carretera llaman la atención unas pirámides de piedra que se ven al horizonte. Estos son los restos megalíticos de la Menorca más antigua.
Estas pirámides son los Talayots, y su fin era defensivo. Distribuidos desde la costa hasta el interior, desde cada uno de ellos la vista alcanza al menos otros dos. En sus orígenes, al avistar peligro, la población encendía una hoguera en la cima de cada pirámide y se generaba una cadena que lograba avisar a cada poblado de las posibles amenazas.
Otra construcción que llama la atención, en forma de pequeña casita son las navetas, en la “naveta des tudons” se puede entrar dentro y sentir cierta sensación de respeto al saber que era una construcción funeraria y que en su momento fue sepulcro de muchas personas....

También es impresionante perderse en los restos de los poblados como el de Trepucó, en Mahón, Son Catlar en Ciutadella y Torre d’en Galmés cerca de Alaior . En invierno están abiertos al público, y uno puede pasearse tranquilamente entre las rocas, escurrirse por los huecos, subir a la cima de un talayot y observando el mar en el horizonte, trasladarse muchos muchos años atrás.
El marés es la piedra de la que están construidas la mayor parte de las casas menorquinas. La extracción de este material ha dado lugar a enormes canteras de entre las cuales, Les Pedreres de S´hostal constituyen un ejemplo del poder transformador de la naturaleza.
A principios de los noventa un grupo de entusiastas decidió alquilar una cantera abandonada a las afueras de Ciutadella de Menorca y recuperarla como un espacio de arte, cultura y respeto por la naturaleza.
Les Pedreres de S´Hostal, Abocadas a ser vertedero de escombros y basuras han sido convertidas en un lugar atractivo por su peculiaridad y belleza.
Su recorrido es un paseo laberíntico adornado de pequeños jardines y grandes salas de piedra cuyo techo es el cielo.
En las canteras más antiguas, que datan de unos 200 años atrás, la vegetación es la protagonista. Sus paredes, excavadas de manera irregular y a poca profundidad son adornadas con enredaderas y arbustos, dando lugar a un jardín de recovecos y rincones donde se recupera flora autóctona.
Recorrer este jardín es un paseo de paz y romanticismo, donde se respira la belleza surgida de un lugar en decadencia.
Las canteras modernas se caracterizan por su grandiosidad. Aquí el protagonismo es de la propia cantera. Paredes excavadas más de cincuenta metros hacia las entrañas de la tierra conforman grandes salas de techo infinito, donde escaleras sin inicio ni final recuerdan a las confusas perspectivas de Escher. El llamado Anfiteatro, por su dimensión y estructura es un espacio ideal para conciertos en las noches de verano.
Paz, tranquilidad y romanticismo confluyen en este espacio, una vez abocado al olvido, pero ahora recuperado por la belleza.

Las personas que vivimos en Menorca afirmamos orgullosos que la calidad de vida en la isla es muy alta. Además del entorno natural, no hay casi atascos, aunque en Mahón puedes encontrar tráfico en las rotondas de circunvalación en hora punta, pero ese es el tráfico más agobiante que vas a encontrar, las poblaciones son pequeñas y a no ser que vivas en las afueras el coche puede quedar aparcado hasta que lo saques para hacer alguna excursión el fin de semana. Se llega andando a todas partes, y lo mejor, para los que viven en el pueblo, el trayecto de casa al trabajo no llega a los cinco minutos.
Es cierto que la calidad de vida a veces a uno se le vuelve en contra, ya que si llegando a la una se te ocurre ir a realizar culaquier gestión, tienes grandes posibilidades de que hayan cerrado para comer, y eso sí, hasta las cinco no esperes que la actividad comercial se reanude, ni si quiera en el mes de julio, en plena temporada.
En Menorca se vive tranquilo y bien, a nadie le falta el pan, un techo y un trabajo.

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